Mark 1:40-44

40Un hombre que tenía lepra se le acercó y, de rodillas, le suplicó:

―Si quieres, puedes limpiarme.

41Movido a compasión, Jesús extendió la mano y tocó al hombre, diciéndole:

―Sí, quiero. ¡Queda limpio!

42Al instante se le quitó la lepra y quedó sano.
sano. Lit. limpio.
43Jesús lo despidió en seguida con una fuerte advertencia:

44―Mira, no se lo digas a nadie; solo ve, preséntate al sacerdote y lleva por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.

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